*Dada la importancia que tiene el tema, vengo desarrollando la posibilidad de que el hombre, por la luz de su razón natural, y a partir de las cosas creadas (no sólo el mundo que le rodea sino desde su propia realidad interior), acceda a un conocimiento de la existencia de Dios, el cual (conocimiento), a pesar de ser imperfecto y limitado, será siempre legítimo para aquellos que no han recibido la luz sobrenatural de la Revelación, o para los que, habiéndola recibido, desean fundamentar su adhesión religiosa mejor.
*Hemos visto como el camino de Santo Tomás, entre otros, es el de remontarse del conocimiento de las cosas que tenemos a nuestro alcance, al conocimiento del Creador de ellas. La pregunta por la razón última de su ser, por su explicación fundamental y definitiva, condujo a estos pensadores a encontrar en Dios la Causa suprema de la que todo procede, así como el Bien más excelente hacia el que todo se ordena. Pero además ha habido otros pensadores que han encontrado en el interior del propio hombre el camino por el que avanzar hacia su conocimiento del Divino hacedor: si el hombre, como sujeto racional y libre, manifiesta poseer una dimensión espiritual que él mismo no se puede dar, reclama de alguna manera un Espíritu absoluto y creador en el que reside la cuestión de su sentido verdadero.
*Pues bien, nos queda mencionar brevemente un par de sendas o caminos más, a los que otros muchos han recurrido o pueden recurrir en su infatigable y esforzada búsqueda de Dios. Me refiero, por una parte, al testimonio de los místicos, y por otra, al denominado consenso universal.
*Es un hecho que, desde hace muchos siglos, no son pocos los que declaran haber experimentado la presencia de Dios y viven de sus consecuencias. El testimonio de los santos, profundo pero lleno de humildad, pone de manifiesto un conocimiento experimental, en primera persona, del misterio vivo de Dios, si bien esta vivencia se lleva a cabo en la oscuridad de la fe. El conjunto de su vida, de un gran equilibrio de espíritu, de gran hondura y madurez, a la vez que profundamente gozosa y humilde, está indicando la realidad no fingida de aquello que creen y viven. Es verdad que no hablamos de una prueba demostrativa en el sentido literal, pues el alcance de su significado y validez implica recibirlo desde la fe (y no todos la tienen); pero no menos verdad es que podemos interpretar el testimonio de su pensamiento y de su vida al menos con el valor de un signo, que nos habla de una realidad distinta, superior, trascendente, y sin la cual no se explicaría, no tendría sentido. Aunque no le muestran a Dios al hombre incrédulo (pues no lo pueden hacer visible), con su manera de vivir le interrogan, incluso pueden orientar su búsqueda en la correcta dirección.
*Por lo que respecta al denominado consenso universal podemos afirmar lo siguiente: la humanidad en su conjunto afirma una trascendencia y practica una religión. Si esto lo hace el hombre en virtud de su propio ser natural, es decir, si el hombre es un ser religioso por naturaleza, no podemos pensar que todos se equivoquen pues en juego está su destino como ser espiritual. La religión no puede ser algo vano ni fundado en una mentira. Igual que antes, en honor a la verdad, hemos de decir que esta afirmación no resulta siempre fácil ni evidente para aceptar, pues aunque la religión sea un hecho universal, también lo es la amplia pluralidad y diferentes creencias en que se concreta; pero dicho esto, podemos añadir que no deja de ser una cuestión importante y llamativa –que nos da que pensar- el hecho de que el hombre de todos los tiempos haya sentido, en lo profundo de su espíritu, como una llamada a elevarse hacia… Dios.
¡Buenos dias!
Primero de todo, decir que aunque no comparto la fe del autor, es muy agradable ver un blog en el que se hace una defensa racional de la fe, más allá de apelaciones al sentimiento o a ciertos fenómenos de causas dudosas. Así que enhorabuena al autor. Aún así, quisiera resaltar que la creencia de la mayoria de la humanidad en un ser superior no hace cierta la afirmación de su existencia, pues se incurre en falacia democrática («como todos lo dicen, es verdad»). Mismamente, el año pasado Donald Trump ganó unas elecciones, y en los años 30 Hitler ganó las suyas, así como a los comunistas les aupó el mismo pueblo al poder.
No pretendo con esto atacar la fe de los que creéis, sino sencillamente apuntar lo que creo erróneo en la argumentación.
Paz, nos leemos
Querido Álvaro, gracias por tu comentario. Entiendo lo que dices, y en cierto sentido lo comparto. Cada texto es un apunte sencillo, incompleto, que pretende invitar a la reflexión posterior. En efecto, el argumento del «número», o por ser más precisos, del «consenso universal» no es el único ni tan siquiera el más fuerte, pero tampoco ha de ser, por ello, despreciado. Vale hasta donde vale: subraya que pertenece a la naturaleza del hombre, y no tanto a su educación o cultura, la dimensión religiosa o trascendente.