* En medio de una sociedad, la nuestra, que ha hecho de la libertad su máxima aspiración, de la tolerancia y el respecto a lo diferente la norma de su comportamiento, de la conciencia individual la única garantía de actuar
* Continuamos nuestro análisis del acto de fe, profundizando hoy en la dimensión de la libertad que le caracteriza. Nuestra voluntad no sólo tiene la capacidad de aplicar la inteligencia a la consideración de las proposiciones de fe para obtener
* Ya hemos visto que la fe divina reclama, de nuestra parte, una adhesión incondicional, plena y sin reserva. G. Bernanos decía que “creer no es otra cosa que veinticuatro horas de duda, menos un minuto de esperanza”. Si eso
*En efecto, no vale con desautorizar sin más las posturas de quienes niegan o ridiculizan la fe en Dios. Al dinamismo intrínseco de la propia fe corresponde buscar razones y motivos para que su adhesión sea lo más personal posible.
*Aunque se podría decir mucho más acerca del ateísmo y las diversas posturas ateas, considero suficiente lo escrito hasta aquí. Ofrezco esta breve reflexión para terminar. Aunque la verdad de Dios incluye una certeza ineludible, no lo es del tipo
*Para el creyente el ateísmo es un misterio; pero la creencia es otro misterio para el ateo. Por eso es preciso intentar comprender a ambos. En este sentido, resulta muy significativo que en el texto conciliar citado no se omita,
*Dada la importancia que tiene el tema, vengo desarrollando la posibilidad de que el hombre, por la luz de su razón natural, y a partir de las cosas creadas (no sólo el mundo que le rodea sino desde su propia