*Aunque no he pretendido ser exhaustivo, ¡ni mucho menos!, me quedaba decir un par de ideas, al menos, de otro exponente del ateísmo reciente: con Freud se impone la idea de un ateísmo psicoanalítico, en virtud del cual se afirma que el origen de la religión no es sino una especie de neurosis colectiva. Según este pensamiento, Dios sería una proyección de nuestros propios deseos inconscientes de seguridad y protección. Así como el niño siente una fuerte inclinación hacia su padre, buscando la fortaleza necesaria que lo defienda en la adversidad, así el creyente se confía al cuidado providente de un Dios padre que protege y que disipa nuestros miedos ante la dificultad.
*En el pensamiento ateo de Freud confluyen las tesis de Feuerbach y teorías mecanicistas del momento: el mundo de la medicina, en que se mueve inicialmente, le lleva a concebir el organismo humano desde la combinación de sus fuerzas físico-químicas, y nada más; el paso a la psicología le lleva a afianzarse en su convicción de que el sentimiento religioso responde, en realidad, a los deseos (sexuales) reprimidos. Los ritos religiosos tienen que ver, propiamente, con actos obsesivos neuróticos.
*El psicoanálisis ha hecho comprender que el origen de la religión se encuentra en el complejo infantil de Edipo, por el cual Dios se presenta como un padre sublimado. Es el hombre quien se crea la fe en Dios, desde su impotencia y sus miedos: en verdad es un producto de lo sensitivo-pulsional. El peso de la ciencia hará que disminuya progresivamente la influencia de la religión. La tarea del hombre maduro, del hombre de ciencia, consiste en desechar la esperanza en todo más allá y concentrar sus fuerzas en la vida terrena.
*En realidad el ateísmo de Freud es una hipótesis previa de la que parte, un postulado sin pruebas suficientes, no una conclusión de su psicoanálisis. Éste, de suyo, no es ateo. Se basa fundamentalmente en argumentos tomados de Feuerbach y sus seguidores. Lo que hace él es profundizarlos desde el punto de vista del psicoanálisis.
*Freud tiene el mérito de haber puesto de relieve cómo el inconsciente condiciona al hombre y la historia de la humanidad, cómo son determinantes para sus actitudes y representaciones religiosas la primera infancia, las primeras relaciones paterno-filiales o el comportamiento sexual. Pero de este indiscutible influjo de lo psicológico en la religión no se sigue nada a favor o en contra de la existencia de Dios. Claro que la religión puede ser una ilusión o el resultado de una enfermedad psíquica, pero eso no significa que tenga que serlo necesariamente. Del deseo de Dios y de la vida eterna no se sigue la existencia de Dios, sin más, pero tampoco su no existencia y falsedad. También cabe pensar, legítimamente, que al deseo natural de Dios corresponda la existencia de un Dios real. En definitiva, el argumento psicológico de Freud no refuta ni la fe en Dios, ni su existencia en sí misma.
*La tesis de Freud de la sustitución de la religión por la ciencia resulta infundada, propia de un racionalismo ideológico. Parece como si la fe religiosa fuera sustituida por otra fe, por la confianza ilimitada en el poder de la ciencia. Pero la fe en Dios no ha desaparecido hoy, incluso hay signos de un despertar religioso en algunos lugares de la tierra. Es más bien la fe ciega en el poder de la técnica la que se cuestiona recientemente, tras la experiencia de sus limitaciones ante las grandes cuestiones existenciales. La ideología del progreso científico se halla conmovida, actualmente, en sus mismos cimientos. Sea como sea, no se puede decir que haya, de suyo, contradicción alguna entre la fe en Dios y el progreso de la ciencia; tampoco que el desencanto ante la ciencia conduzca, sin más, a la confesión de una fe en Dios. Lo que está sucediendo, en nuestro contexto occidental al menos, es el auge de un escepticismo cada vez mayor, al que acompaña en la práctica cotidiana una indiferencia religiosa creciente.