* Aunque santo Tomás no responde propiamente a cuestiones que le son ajenas, y que corresponden a los siglos posteriores, sus aportaciones fundamentales acerca de la fe son sumamente provechosas para nosotros. Algunas de estas afirmaciones son las siguientes.
* Los actos y las virtudes se especifican por sus objetos. El objeto formal de la fe teologal es Dios, como Verdad Primera, en tanto que se nos da a conocer por medio de las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. Esto quiere decir que el motivo esencial en el acto de la fe no es mi afectividad, o mis razones humanas, sino que, superando todo ese dominio personal (aunque quede incorporado), el creyente presta su adhesión a Dios según Él mismo se deja conocer. Hablar de Verdad Primera, como razón de ser de nuestra fe, no es hablar de teorías o filosofías de los hombres, sino de la perfección suprema de Dios, de su ser perfecto y absoluto, de su libre comunicación a los hombres creados por él.
* No son, pues, nuestros esquemas o conclusiones, nuestra manera de entender las cosas, sino la Verdad Primera, ,revelada a través de esos signos asumidos por Dios mismo a lo largo de la historia, hechos y palabras en los que Él se nos ha manifestado en el Antiguo Testamento, primero, en el Nuevo después. Sometido a este proceder, podemos decir, el creyente cuenta con una seguridad y certeza de cara a Dios, que no encontraría de otra manera, participando de su sabiduría divina, del conocimiento mismo de Dios.
* Santo Tomás afirma, igualmente, que esta Verdad Primera no es conocida ni en ella misma ni inmediatamente, sino en sus manifestaciones y por medio de la Tradición viva de la Iglesia. Aunque no es este el motivo de la fe (Escritura y Tradición), como hemos dicho, ambas son determinaciones históricas del obrar de Dios, por medio de lo cual se comunica a los hombres. La fe se dirige a Dios mismo, pero no podría hacerlo si no tuviéramos acceso, de alguna manera, a esas manifestaciones.
* De este modo, podemos añadir, como nos explica Y. Congar en su libro La foi et la théologie, el motivo de la fe teologal se encarna en nuestra realidad histórica, siendo en este sentido accesible a la investigación humana. La razón, en efecto, puede disponerse y analizar los signos asumidos por la iniciativa misma de Dios, sea en el nivel bíblico, sea en el nivel de la comunidad eclesial y los testimonios del magisterio (apologética).
* Una tercera afirmación de santo Tomás, a este respecto, consiste en subrayar que nuestro acto de fe no es solo nuestro, sino que tiene a Dios mismo por sujeto, ser personal vivo, operante y responsable: la gracia de Dios nos mueve, nos atrae, nos ilumina libremente. Una acción de Dios que recae sobre nuestra voluntad (de cara a suscitar nuestro asentimiento) y sobre nuestra inteligencia (con vistas a iluminar su verdad). Dios no solo nos propone un objeto externo a creer, podemos decir, sino que nos concede la capacidad interna para recibirlo y acogerlo.
* La llamada lumen fidei es esta moción interior, impresión en nosotros de la Verdad Primera de Dios, que no se engaña ni nos engaña. En tanto que motor de todas las cosas, Dios mismo mueve nuestro espíritu, lo eleva y lo ilumina graciosamente, según una medida propiamente divina. Tanto lo que creemos, como el motivo por el que lo creemos, procede en definitiva de Dios. Así pues, podemos afirmar que la fe es una conjunción del espíritu del hombre con el de Dios, resultado de esa gratuita comunicación que Dios hace de sí mismo en nuestra situación de peregrinos por este mundo.
* Queda claro que hablamos de la fe como virtud teologal, no simplemente de un acto de fe humana. Se trata de un paso a otro nivel, a la vida sobrenatural. Lo cual no significa que, puesto que es al hombre a quien se le concede, no existan en la vida de la fe tanto el progreso como incluso las pruebas. También la purificación forma parte del crecimiento en esta virtud. En todo caso, y a través de las experiencias que sean, lo importante será siempre confiar y hacer reposar el acto de fe no en nuestros logros humanos, sino en el ser mismo de Dios.