Hace un mes aproximadamente, pude participar en la Casina de Pío IV, Academia Pontifica de Ciencias Sociales del Vaticano, en el
Décimo Aniversario de la encíclica CARITAS IN VERITATE titulado
“Teoría y práctica del desarrollo”, organizado por el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral.
Quizá a estas horas, el Papa Benedicto XVI ya haya podido leer el libro o publicación que a posteriori se preparó para él con todas las intervenciones que allí tuvierno lugar. Para mi es increíble sólo pensarlo y muy emocionante.
Por eso y por si esa publicación no llega a vuestras manos, os comparto a continuación mi intervención íntegra.
Son sólo cinco minutos.
Caritas in Veritate, una encíclica que ayuda a romper clichés en el sector de las ONG para el Desarrollo
Excelencias. Señoras y Señores:
Ahora se cumplen 10 años de la publicación de esta maravillosa encíclica. Y, como en nuestra vida de Fe todo está entremezclado con nuestra propia historia, permítanme que, para explicar lo que en parte
“Caritas in Veritate” significa para el trabajo de las ONG Católicas de Desarrollo, les cuente una historia personal. Y es que el año que viene, se cumplen también 10 años de la defensa de mi Tesis Doctoral sobre
“Comunicación para la Solidaridad” en la que tuve la ocasión de estudiarla y trabajarla.
Por eso cuando desde
CIDSE, la red internacional que engloba a 18 de las principales ONG católicas para el Desarrollo y la Justicia Social de Europa y Norteamérica, con sede en Bruselas, y donde soy Responsable de Comunicación y Prensa, me propusieron ser su representante en este aniversario tan especial, me sentí muy honrada, porque con el trabajo de esta encíclica y gracias a su análisis y profundización pude descubrir las siguientes tres enseñanzas que comparto:
- En primer lugar, después de leerla, y haciéndome eco de la llamada en la que la encíclica recuerda en su punto 79 que “El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios”, decidí dedicar una parte de mi investigación a estudiar “La aportación de la Iglesia Católica al sector de las ONG y la necesaria revalorización del concepto “Caridad””. (Utilicé en esas 27 páginas un total de 13 referencias a la encíclica).
Y es que muchas veces en España, en el sector de las ONG de Desarrollo,
la palabra “caridad” se encuentra muy manoseada y desprestigiada. Y yo, como comunicadora profesional en organizaciones de desarrollo, pero sobre todo como católica no podía evitar sentir una especie de pinchazo en mi interior cada vez que oía hablar de la “caridad” como si su único significado posible fuera el del peor modo de ayuda asistencial.
¿Cómo no revalorizar la “Caridad” cuando toda “santa indignación” ante las injusticias, los expolios y acaparamientos de tierras con el único afán de estrujar al máximo los recursos naturales; cuando
todo afán por el desarrollo y lucha contra la pobreza y el hambre, que es evitable y sólo persistente por culpa de nuestro egoísmo y la avaricia de unos pocos; cuando toda vergüenza que sentimos ante los efectos de las guerras, el sufrimiento de los refugiados y también de los desplazados a causa de la emergencia climática que vivimos;
cuando toda búsqueda de una vida mejor para todas las personas del planeta,
brota en nuestro corazón, lo sepamos o no, inspirada por quien es la Caridad, el Amor con mayúsculas?
No podemos ser indiferentes al sufrimiento. Nuestra única respuesta sólo puede ser dedicarnos a
dar nuestra vida por los demás, como nos pidió Jesús. “Amaos como yo os he amado”. Y hacerlo
con fidelidad a la Verdad, que es también, por cierto, la má
xima del buen periodista y comunicador.
- En segundo lugar, en mi afán personal y académico por profesionalizar el trabajo de las ONG y el Tercer Sector, descubrí que, como casi siempre Dios es “el Dios de las sorpresas” y con Él las cosas son, casi siempre, del revés: a contracorriente de algunos órdenes establecidos en el mundo. Porque también en esa época se desprestigiaba el trabajo de los misioneros y misioneras en el mundo como agentes de desarrollo reconocidos. Se les consideraba como si fueran “menos profesionales”. Pero yo descubrí que la vocación cristiana, o, dicho de otro modo: que el hecho de que hagas todo lo que haces por los demás por amor a Dios, nunca te resta profesionalidad, al contrario. Pues son precisamente esos misioneros (religiosos y laicos), los que, si hay guerra, epidemias o desastres, no se van.
Ellos y ellas son a menudo los principales socios locales en las ONG de Desarrollo católicas (y de otras que no se significan como católicas). Pero es que, además,
en su máxima sencillez y sin presumir de ello, esos misioneros y misioneras tienen muy a menudo currículos y perfiles profesionales tan o más sólidos que los de muchos cooperantes profesionales. No quiero con esto desprestigiar a nadie. Cada uno es quien es. ¿Pero, por qué ese afán de no aceptarlos como profesionales de la Cooperación al Desarrollo? ¿Sólo por ser creyentes y vivir en coherencia su vocación y entrega?
- Y, en tercer lugar, y quizá lo más sorprendente fue que en esa época, hace diez años, yo no sólo investigaba la Comunicación para la Solidaridad, sino que trabajaba, como ahora, como Responsable de Comunicación en una ONG. Pero en esos momentos no era precisamente una ONG católica, aunque como muchas en España, había nacido en la Iglesia.
Esa organización estaba especializada en realizar
campañas de sensibilización y educación para el desarrollo en apoyo del Comercio Justo y la incidencia política y el activismo accionarial para cuidar del medio ambiente y los derechos laborales en la cadena de producción de ropa. En esos momentos, iniciamos una campaña especializada en promover las
Finanzas Éticas y para animar a que, lo mismo que nadie quiere consumir productos que dañan la naturaleza y a las personas que lo producen, tampoco deberíamos querer tener cuentas bancarias en las que detrás de ciertos fondos de inversión haya quizá armamento ilegal, clínicas abortistas u otros negocios contra los derechos humanos o contrarios a nuestra conciencia.
Pues bien. En esos momentos se publica
la encíclica que hace una crítica feroz a ese sistema financiero inhumano y corrupto. Yo, como católica, no cabía en mí de gozo.
Pero ¿cómo proponer a mis colegas, casi todos ajenos al mensaje de la Iglesia, una encíclica como documento de trabajo? Pues claro está: ¡porque cada encíclica, no lo olvidemos, va dirigida también “a todos los hombres (y mujeres) de buena voluntad”! Y ahí entramos todos.
Al final no fue tan difícil, usamos la encíclica. Y también mis colegas se dieron cuenta de que la mayoría de las instituciones que se unieron para impulsar las Finanzas Éticas en esos momentos en España, eran grupos de católicos comprometidos, organizaciones católicas de desarrollo y algunas congregaciones de religiosos y religiosas. Todos ellos ejemplos claros de Doctrina Social de la Iglesia en acción, que es otro modo de evangelizar.
Concluyo mi intervención diciendo que, personalmente, junto a
Evangelium Vitae, de Juan Pablo II,
“Caritas in Veritate” me marcó profundamente. Se convirtió en la Encíclica que más me ha influido. Reafirmó mi vocación como periodista y comunicadora en este Tercer Sector de la Solidaridad y el Desarrollo Humanos. Y ahora, junto a ella está “Laudato Si”. Ambas de dos Papas que este tiempo tan especial de la historia nos hace compartir: uno emérito, europeo, alemán, intelectual. Otro en activo (y tan en activo), americano, argentino, un pastor con olor a oveja, como a él le gusta definirse.
No puedo más que dar gracias a Dios por haber nacido en este tiempo de Papas extraordinarios. Y
estos dos Papas actuales, y sus encíclicas, son a mi juicio
caras de una misma moneda. Esa moneda es nuestra Iglesia, somos nosotros, unidos desde siempre a los más pobres y para trabajar por un mundo mejor a través de la Doctrina Social, el Desarrollo y la Solidaridad.
Dos Papas. Dos caras de una única moneda: la Iglesia, que debe seguir invirtiendo en el único banco y negocio que merece la pena: dar la vida por los demás, por los más desfavorecidos, por un mundo mejor, porque el Reino de Dios llegue de verdad a todas las personas del mundo.
Así se lo pido, hoy y siempre a la Virgen, María Inmaculada, Madre del Amor Hermoso, Madre de Jesús-perfecta-Caridad.
Muchas gracias
Dra. Marta Isabel González Álvarez
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Responsable de Comunicación y Prensa en CIDSE www.cidse.org
Media and Communications Officer CIDSE www.cidse.org