Eucaristía a media noche, todos los días, en San Antón, en la céntrica calle Hortaleza de Madrid. La Iglesia regida por el Padre Ángel y sus Mensajeros de la Paz, abierta veinticuatro horas al día, se ha convertido en pocos meses en un lugar de escucha, de silencio, de paz, de oración para los más pobres entre los pobres.
Ellos han respondido enseguida a la llamada. Han encontrado un lugar donde ser acogidos, escuchados y queridos. Unas mesas camilla con dos silloncitos cada una están dispuestas en cada capilla lateral. Un numeroso grupo de sacerdotes, diocesanos y religiosos, respondiendo a la llamada del Padre Ángel, se turnan para que siempre haya alguien que personalice esta acogida. Las escuchas, con sacramento de la reconciliación o sin él, suelen ir acompañadas de lágrimas, de hondas y lentas respiraciones, y también suelen acabar con un cerrado abrazo siempre entre escuchado y escuchador, y a veces también entre confesor y penitente, signo del abrazo entre el Cristo que sufre y la Iglesia con quien se ha esposado para siempre. El padre Ramiro, el más nocturno de los sacerdotes voluntarios, dice que de cada diez conversaciones nueve tienen que ver con situaciones límites. En las mesas camillas de San Antón, literalmente, se salvan vidas.
Siempre hay Mensajeros de la Paz atendiendo a quienes atraviesan la puerta de la misericordia de los pobres, tal y como la llamó monseñor Carlos Osoro al bendecirla recientemente. Sólo un cristal separa el enorme sagrario, con forma de Arca de la Alianza, de la calle. En los dos reclinatorios casi siempre hay alguien rezando. Y en el templo, es habitual ver a emigrantes y sin techo en los bancos, siguiendo con devoción la celebración de la misa, o musitando oraciones, mientras el ambiente queda envuelto por la música gregoriana, la luz tenue, y el olor a madera vieja de su ornamentación barroca.
El Padre Ángel suscitará siempre filias y fobias, dentro y fuera de la Iglesia, como ocurre con todos los hombres que rompen el molde. Su libertad de espíritu siempre le lleva a estar cerca de los desheredados y empobrecidos. San Antón es el cofre que esconde su carisma, y que encierra en pocos metros cuadrados una ingente obra social que recorre todos los continentes. El Año de la Misericordia en Madrid tiene miles de expresiones e iniciativas. La Iglesia en Madrid no sólo la predica sino que da trigo de misericordia a mansalva. Un granero pequeño, pero sabrosísimo de ese pan, es día y noche San Antón, escaparate oculto de las catorce obras de misericordia.