En la larga lista de cambios de nombres del callejero que quiere realizar el Ayuntamiento de Madrid hay una que, además de inscribirse en la insensatez generalizada de esta política, supone un gran agravio a la justicia social. Me refiero al cambio de nombre de la Plaza del Patriarca Eijo y Garay, cerca del Paseo de Extremadura, así como al Instituto Público que también lleva su nombre. Obispo de Madrid-Alcalá en la dictadura de Primo de Rivera, en la Segunda República y en las primeras décadas del Régimen de Franco (de 1923 a 1963), y que gozaba del título de Patriarca de las Iglesias Orientales, otorgado por Pío XII, fue un hombre de Iglesia de una sensibilidad y de una iniciativa social indiscutible.
Ya sólo por haber sido cuarenta años pastor de la Iglesia que peregrina en Madrid merecería una plaza y el nombre del instituto que llevan su nombre. Pero es que además resulta que promovió la llamada Obra de la Vivienda con la se construyeron miles de viviendas sociales en los suburbios madrileños. La idea surgió en las Hermandades del Trabajo. Su fundador, don Abundio García Román, hoy en proceso de beatificación, se la presentó a don Leopoldo y se creó el Patronato Virgen de la Almudena para construir viviendas asequibles a los trabajadores.
El Patriarca consiguió primero los solares y después empezó a recaudar dinero a través de una tómbola diocesana. La primera fue en la Navidad de 1952 con el lema: «Un hogar para cada familia». Personalidades de la época promocionaron la rifa de muchos de los artículos soñados de la época: “vespas”, frigoríficos, lavadoras, radios, y “seiscientos”. Don Leopoldo entregó las llaves de las primeras 64 viviendas en 1954 en la Colonia de la Paz en el barrio de Pacífico. En 1956 se construyeron 600 viviendas en la zona del paseo de Extremadura, formando la colonia Patriarca Eijo Garay, donde está la plaza que lleva su nombre. En años sucesivos se edificaron 200 viviendas en Carabanchel Bajo, 100 en Vallecas, 125 en el zona de la carretera de Extremadura, 100 en López de Hoyos, 1.000 en Usera. Cuando murió don Leopoldo en 1963 el patronato había construido 3.189 por todo Madrid.
Pocos hombres han hecho tanto por Madrid, no sólo por su labor pastoral, sino, inseparable de esta, por su labor social. Cambiar el nombre de la Plaza Eijo y Garay no es sólo injusto para con su memoria. Lo es para con todos los madrileños que secundaron la iniciativa de su obispo para esta ingente promoción de viviendas. Así como para sus destinatarios, porque gracias a la diócesis de Madrid y al empeño de su obispo, sus nombres y el de sus familias, como el de esos barrios madrileños, escribieron una de las páginas más hermosas de la historia de esta ciudad.
Artículo publicado en La Razón (3 de febrero 2016)