Publico aquí mi intervención en el 5º Encuentro Islamo-Cristiano (martes 17 de octubre de 2017) en el Centro Fundación Alulbeyt, organizado por este Centro y por Delegación de Relaciones Interconfesionales del Arzobispado de Madrid sobre Religiones y medios de comunicación: una perspectiva islámica y cristiana:
Me dispongo a compartir con ustedes tres ideas a este propósito:
- La proposición “Religión y medios de comunicación social” debería establecer una relación natual, directa, fácil de entender y de valorar.
- La “Información religiosa” es parte de la comunicación, pero ya no es tan fácil de realizar, de entender y de valorar.
- Tanto la comunicación religiosa en general como la información religiosa en particular deberían de tener, entre otros, tres criterios fundamentales: profesionalidad, esencialidad, y diálogo.
A/ La proposición “Religión y medios de comunicación social” debería establecer una relación natual, directa, fácil de entender y de valorar. ¿Por qué? Porque la experiencia religiosa y la comunicación social son dos realidades humanas inseparables por naturaleza:
- Forman parte esencial de la naturaleza humana (creada por Dios) algunas capacidades intrínsecas como son la relacionaliad, la sociabilidad y la comunicabilidad.
- Si de la comunicación (efecto de la capacidad de comunicabilidad) podemos distiguir tres tipos: comunicación interpersonal, comunicación grupal y comunicación social,
- esta última queda definida por la indeterminación de los interlocutores:
- si desde la revolución Gutermberg del siglo XVI con la invención de la imprenta y desde la revolución Marconi del siglo XX con el descubrimiento de las ondas hertizianas, esta indeterminación se fijaba principalmente en los receptores del fenómeno comunicativo,
- en la revolución informática con internet y los nuevos medios derivados de la Red, la inderterminación puede llegar a ser tanto de los receptores como de los emisores.
- Pues bien, si la indeterminación de los interlocutores es el factor determinante de la comunicación social, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué experiencia originaria habrán querido los seres humanos comunicar con el interés de que su mensaje sea recibido no sólo una persona o un grupo de personas sino a todos sus semejantes allá dónde estén?
- La respuesta es obvia: la única experiencia humana universal capaz de llenar de asombro y admiración al ser humano que le lleve a querer comunicarla a cuantos más mejor, de todo tiempo y de toda latitud: la experiencia religiosa, la experiencia de Dios.
- Por eso en todas las culturas encontramos el rastro de la expresividad, no sólo a través de los códigos lingüísticos formales, sino antes de ellos, y al mismo tiempo que ellos siempre, a través de la simbología y del arte.
- Y por eso por mucho que a la cultura dominante basada en la “prescindencia religiosa” (como la llama el Papa Francisco) la comunicación social de lo religioso (literatura religiosa, música religiosa, audiovisual religioso, etc…), le resulte incómoda, siempre los hombres y mujeres con fe (y para esto vale hacer converger a todas las confesiones religiosas), siempre utilizarán (además de a la comunicación interpersonal y la grupal), a la comunicación social para expresar su experiencia personal y comunitaria más importante y que más desean compartir, como don, con todos los hombres.
B/ La “Información religiosa” es parte de la comunicación, pero ya no es tan fácil de realizar, de entender y de valorar. ¿Por qué? Varias razones:
- Primera razón: Porque para informar de la experiencia religiosa hace falta una sensibilidad especial, una predisposición determinada, una mirada a la realidad con suficiente horizonte en su enfoque.
- El periodista inglés Malcon Muggeridge (1903-1990), después de una vida de intrépido investigador y escudriñador de las noticias y de reconocimientos profesionales, reconoció con tristeza: “A menudo he pensado que si hubiera sido periodista en Tierra Santa en tiempos de Jesucristo, me hubiese dedicado a averiguar lo que ocurría en la corte de Herodes, habría intentado que Salomé me concediera la exclusiva de sus memorias, hubiera descubierto lo que estaba tramando Pilatos, y me habría perdido por completo el acontecimiento más importante de todos los tiempos”.
- Para la profesora de comuncación social norteametricana Judith Buddenbaum (1941-), “las creencias, columna de la argumentación de la religión, son tanto hechos como opiniones. Lo que el periodista ha de demostrar, más allá de la realidad presentada, es la importancia que para la religión tiene aquella creencia. Difícilmente logre un buen producto, que haga referencia a la verdad humana a comunicar, si se acerca a la creencia con los recursos narrativos de la información dura propia de la descripción periodística de los hechos, o con el estilo propio de la opinión. Para una presentación de hechos consistente puede ser importante la implicación de la subjetividad de los protagonistas de las noticias mediante el testimonio”.
- Segunda razón: Porque a veces parace que el lenguaje religioso y el lenguaje de los medios de comunicación son incompatibles. Pero no es cierto.
- Para San Juan Pablo II ambos lenguajes “están condenados” a entenderse: “A veces las relaciones entre la Iglesia y los medios pueden deteriorarse por malentendidos mutuos que engendran temor y desconfianza. Es cierto que la cultura de la Iglesia y la cultura de los medios es diferente; de hecho en ciertos puntos existe un fuerte contraste. Pero no existe razón para que las diferencias hagan imposible la amistad y el diálogo. En muchas amistades profundas son precisamente las diferencias las que alientan la creatividad y establecen lazos. La cultura del memorial de la Iglesia puede salvar a la cultura de la fugacidad de la noticia que nos trae la comunicación moderna, del olvido que corroe la esperanza; los medios, en cambio, pueden ayudar a la Iglesia a proclamar el Evangelio en toda su perdurable actualidad, en la realidad de cada día de la vida de las personas”.
- Creo que si donde el Papa decía “Iglesia” ponemos “comunidad creyente”, y donde pone “Evangelio”, ponemos “mensaje religioso”, el párrafo sigue describiendo una consideración real y necesaria, y serviciría para hablar no sólo de la cultura cristriana en particular, sino también de la cultura religiosa en general.
- Tercera razón: porque del mismo modo que por manipulación sesgada de la información y tratamiento indeologizado de la opinión periodística todo periodismo especializado es susceptible del fenómeno pernicioso de la desinformación, también en el periodismo especializado religioso se da el fenómeno de la desinformación, sobre todo en los contextos culturales contemporáneos de desinteres y de rechazo de lo religioso:
- En el documento “Ética de las comunicaciones sociales” (2000) del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, “entre las tentaciones de los medios de comunicación social están:
- el ignorar o marginar las ideas y las experiencias religiosas;
- tratar a la religión con superficialidad, quizá hasta con desprecio, como un objeto de curiosidad que no merece una atención seria,
- promover modas religiosas con menoscabo de la fe tradicional;
- tratar a los grupos religiosos legítimos con hostilidad;
- valorar la religión y la experiencia religiosa según criterios mundanos de lo que debe ser;
- preferir las concepciones religiosas que corresponde a los gustos seculares a las que no corresponde;
- y tratar de encerrar la trascendencia dentro de los confines del racionalismo y del escepticismo.
- Los actuales medios de comunicación social reflejan la situación post-moderna del espíritu humano encerrado dentro de los límites de su propia inmanencia, sin ninguna referencia a lo trascendente”.
- Si tuviéramos que establecer una etiología de la desinformación religiosa, no podríamos obviar estas causas:
- La “lucha por el alma de este mundo” (la batalla cultural).
- Carencias formativas de los informadores religiosos.
- Precaria transparencia informativa por parte de las instancias religiosas.
- Desinterés ideologizado ó Interés ideológico de muchos Medios de Comunicación Social.
C/ Tanto la comunicación religiosa en general como la información religiosa en particular deberían de tener, entre otros, tres criterios fundamentales: profesionalidad, esencialidad, y capacidad de diálogo:
- Profesionalidad que significa conocimiento (estudio), rigor (objetividad posible), y sensibilidad (o al menos no hostilidad).
- Esencialidad: la información religiosa ha de ir a lo esencial de la noticia religiosa, a la fe.
- Por eso el Papa Francisco advierte de la necesidad de no utilizar otra hermenéutica (política, sociológica, ideológica) sino sólo la hermenéutica esencialmente religiosa para hacer información religiosa:
- Los acontecimientos eclesiales (aquí podríamos también decir religiosos), dice el Papa, “no son ciertamente más complejos de los políticos o económicos. Pero tienen una característica de fondo peculiar: responden a una lógica que no es principalmente la de las categorías, por así decirlo, mundanas; y precisamente por eso, no son fáciles de interpretar y comunicar a un público amplio y diversificado”.
- Capacidad de diálogo: la información religiosa (y también la comunicación religiosa en general) ha de ser respetuosa con todas las confesiones religiosas (espíritu ecuménico e inter-religioso), así como con el mundo de la increencia, o mejor dicho (para no defenir negativamente) con todo tipo de cosmovisiones humanas y sociales.
- El gran patrimonio espiritual que hemos heredado los cristianos de la tradición cristiana y los demás creyentes des sus propias tradiciones, nos debería convertir en este sentido en “expertos en el diálogo”:
- Un diálogo que no excluye el “anuncio respetuoso” de la propia fe, pero que a su vez supone un testimonio de la fe en un Dios que no violenta la libertad del hombre.
- Un diálogo que acoge sin prejuicios y supera todo distanciamiento personal, no se deja seducir por la secular “nostalgia de conquista”, y sin dejar de vigilar y de condenar los brotes de violencia fanática, no incurre jamás en la “xenofobia” étnica y religiosa.
- Un diálogo intercultural e interreligioso en el que, explicaba Chiara Lubich (1920-2008), fundadora del Movimiento de los Focolares, “el otro puede manifestarse, porque encuentra en nosotros alguien que lo recibe; puede donarse, porque encuentra en nosotros alguien que lo escucha. Entonces podemos conocer su fe, su cultura, su lenguaje. Entramos en su mundo, nos inculturamos de algún modo con él, y quedamos enriquecidos. Y con esta actitud contribuimos a hacer que nuestras sociedades multiculturales se conviertan en interculturales”.