- Una aldea, Mayoritum, era el Madrid de hoy. A finales del siglo XI, le ve nacer en el reinado de Alfonso VI de Castilla.
- Recibe el Bautismo probablemente en la Parroquia de S. Andrés. Le llaman Isidro, síncope de Isidoro, en recuerdo del insigne arzobispo de Sevilla.
- Padres muy pobres. En su corazón infantil cultivan el amor a Dios. Le enseñan a triunfar del egoísmo y a ayudar a niños más necesitados.
- La precaria situación económica familiar le obliga a dedicarse a los pocos años a las rudas faenas del campo. Gregorio XV afirma al canonizarlo, que «nunca salió a su trabajo sin oír muy de madrugada la Santa Misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima».
- Huérfano a los pocos años, se ve abandonado. Trabaja como labriego de varios señores. Vera es uno de ellos. Sus compañeros le acusan ante Vera de que descuida el trabajo por estor embebida en la oración.
- La maledicencia que le acechará a lo largo de su vida se empieza a desatar. No se altera, y con elegancia evangélica perdona y olvida.
- La conquista árabe llega a Madrid. El miedo obliga a sus pacíficos y laboriosos campesinos a abandonar la villa. Isidro emprende ruta hacia el Norte. Se detiene en Torrelaguna, donde tiene algunos lejanos parientes. Un rico labrador le encarga de cultivar sus fincas.
- El santo con paciente humildad soporta la calumnia y la prueba, pero defiende su dignidad con entereza. Encarna las virtudes propias del castellano viejo. Laboriosidad, honradez, discreción.
- Era costumbre en Castilla que el señor entregase como salario a sus criados unas parcelas de tierra, el pegujal. Trabaja su pegujal y logra cuantioso grano.
- La avaricia del amo coloca al santo en trance difícil. Calma las iras del dueño. Le dice: «Tomad, señor, todo el grano. Yo me quedaré con la paja». El poco trigo que entre la paja había quedado, se multiplica milagrosamente con pasmo de todos.
- En Torrelaguna conoce a María, con la que contrae matrimonio. Ella es cristiana recia, amante del trabajo y asidua en la oración. La Historia la conoce con el nombre de Sta. María de la Cabeza.
- Los esposos desean consagrarse más a Dios, y deciden vivir separados. María se retira a una ermita y el santo permanece solo. Volverían a unirse en los últimos años de su vida y tienen un hijo único.
- Vuelven a Madrid. Juan de Vargas, encandilado por sus cualidades, le pone al frente de sus riquísimas posesiones que se abren hacia la anchurosa meseta.
- El santo no cultiva su prado, y trabaja los campos de Juan. Al anochecer, se descubre siempre respetuoso ante su señor y le dice: «Señor amo, ¿a dónde hay que ir mañana?» Vargas le señala la tarea de la jornada. Sembrar, arar, barbechar, limpiar y podar vides o levantar la cosecha.
- Al día siguiente a la Virgen de la Almudena o a Sta. María de Atocha, o hacia las colinas onduladas de Carabanchel, Getafe, Móstoles, las orillas del Jarama, o las riberas del Manzanares.
- Rebosa felicidad mirando a Dios en la naturaleza, y adorándole presente en su alma. Dicen que nunca se fatigaba. Falso. Pero en la fatiga ama la misma fatiga, pues el amor le hace encontrar descanso en el trabajo.
- Calderón de la Barca, el maestro Espinel, Lope de Vega y Guillén de Castro, entre otros, le cantan en versos inmortales. No hizo nada extraordinario, pero sembraba en la tierra una cosecha de eternidad.
- En los últimos años de su vida, cuando Isidro está aquejado por grave enfermedad -tiene unos noventa años-, María vuelve de la ermita para cuidarle. Próximo a expirar, «hizo humildísima confesión de sus faltas, recibió el Viático y exhortó a los suyos al amor a Dios y al prójimo”
- Felipe III se libra de una enfermedad por su intercesión, y solicita su beatificación. Paulo V la decreta en 24 de junio de 1619. Tres años más tarde Gregorio XV lo canoniza en 13 de mayo de 1622.
- El arte de Goya nos legó un delicioso grabado del santo «S. Isidro de rodillas». Se conserva en la Biblioteca Nacional, y el gremio de plateros de Madrid costeó la rica urna de plata que guarda sus restos en la catedral de la Almudena de Madrid.
