Hace unas semanas he asumido una nueva responsabilidad profesional. Trabajan conmigo más de 140 personas. Les he dicho que mi objetivo es quererles y, si es posible, que me quieran. Han puesto cara de perplejidad. Pero esa es la realidad en la que he decidido instalarme.
Decía Xabier Zubiri, un filósofo español del siglo XX, que nunca llegamos a la realidad, porque ya estamos en ella por medio de aquello que nos caracteriza: la inteligencia. Y, además, estamos en ella sintiéndola, como cualquier ser vivo, pero sintiéndola de un modo intelectivo, esto es, comprendiéndola como realidad.
Como para el hombre sentir es ‘impresión de realidad’, cada vez que tenemos una persona en nuestro entorno familiar, social o profesional, se produce una “impresión” que nos lleva a actuar, a tomar posesión de la realidad, a adueñarnos de ella, y a comportarnos como personas. Primera conclusión: ¡Qué es eso de actuar con racionalidad! Lo que hace falta es actuar con “humanidad”, demostrar “personalidad” y asumir nuestra “responsabilidad” sobre la impresión que causaremos en las personas que están junto a nosotros.
La dirección de personas tiene mucho que ver con el sentir, porque “hacer” es “sentir hacia”. He decidido aplicármelo. O sea, que, como dice mi amigo Ricardo, cuando me pregunten ¿qué tal?, sólo cabrá una respuesta: “escoge entre muy bien y excelente”. Eso depende de ti, el resto es contexto. Tu manera de comprender y sentir la realidad se imprime en ti y proyecta esa impresión en los demás.
Y que luego digan que para qué sirve la filosofía: debería ser obligatoria y troncal en todos los planes de estudio y durante todos los cursos. Y “gimnasia de mantenimiento” para los que dirigimos personas.