En absoluto. El Espíritu te guía y te ayuda con sus dones. Cuando dices estas cosas en el ámbito profesional, hay quien te mira extrañado. Sonríes: una solidez que no es tuya, te sustenta para tomar decisiones que, en ocasiones, se hacen difíciles. A la hora de la verdad, lo único que cuesta la coherencia es dinero. Y si sólo es eso… tampoco tiene mérito hacer lo que debes, aunque no siempre te convenga. Resumen: «lo que no se puede contar es que no se debe hacer». Es perfectamente posible ser cristiano en este contexto de social-capitalismo- europeo-occidental. Como dice Forges: ¡afirmo! Merece la pena rezar antes de tomar decisiones.
¡Todo es gracia! Te pones una crucecita en la solapa de la chaqueta o en el bolsillo de la camisa, para que se vea. La gente la ve. No todos te preguntan. Alguno te hace comentarios acerca de, cito textual, «tu canonización» o «tu inmolación». Sonríes. Explicas. ¡Menudas oportunidades para hacer catequesis! Otros alucinan: «¿De verdad, Jaime, estás dispuesto a obedecer, con lo que has sido siempre tú?» Luego te abrazan y te piden que reces por ellos.
Y la vida sigue. Una suave brisa te acaricia.
P.D. La foto es mala (¡nunca aprenderé a utilizar la cámara del móvil!), pero a mí me dice cosas.