[A Kildi y Javi, en su primera Navidad de casados]
No hay familia sólida y fecunda sin pareja estable. Y la estabilidad requiere esfuerzo y aplicación. ¡Que se lo digan al modelo que tenemos en María y José! Estabilidad y fidelidad van de la mano: Una pareja fiel proporciona a la familia las condiciones necesarias para que haya armonía. Es exigente, pero posible. De verdad.
Ocurre que en toda familia se vive un amor imperfecto. La familia ideal no existe más que en abstracto, pues su santidad no proviene de su propio fundamento. No tiene que asemejarse a un tipo de familia inmortal que haga olvidar que es fruto de personas falibles y vulnerables. La familia se santifica a diario por la bondad, el intercambio del perdón, la educación de los hijos y el amor auténtico. La Sagrada Familia, que fue una, nos proporciona el ejemplo.
No debemos tampoco poner el listón demasiado alto, pues conjugar pasión amorosa, sexualidad, realización personal y vida de familia termina por ser una apuesta un poco loca. Da la sensación de que acaba de comenzar una evolución regresiva, en lo referente a la salud de las familias: ¿cómo asombrarse de una vuelta a los desórdenes que afectan a las familias paganas (concubinato, adulterio, relaciones homosexuales, incesto) cuando la fe cristiana se bate en retirada? La originalidad del matrimonio monógamo indisoluble de los cristianos es un hito importante en los vaivenes de la Historia. Un paso adelante.
Puede que esté haciendo falta en la actualidad, presentar batalla para redefinir los fundamentos de la familia: es decir, predicar con el ejemplo, mirando el modelo de la Sagrada Familia. Soy un tipo con suerte y quiero recordar con estas líneas a mi familia de origen, numerosa y tan simpática como difícil, donde aprendí a amar. A mi mujer, Sara, y a la familia que he fundado con ella. A mis tres hijas, buenas e inteligentes; felices. A mi yerno: un regalo, un hombre de una pieza. A mi familia espiritual, la Iglesia, que ha aumentado mi amor por la familia. Y quiero recordarles que la familia, fundada sobre la Verdad, nace para morir, como el grano sembrado en tierra buena. De ahí vendrá al multiplicación, no patrimonial, sino amorosa. No esperemos que se comporte como un producto terminado, pues se trata de una casa que está en permanente construcción y nunca se terminará. Pero no caigamos en reduccionismos ni en relativismos: la felicidad existe, la familia crea el humus necesario para que se desarrolle (humildad viene de humus), y si nos miramos en la Sagrada Familia, a lo mejor podemos ir modificando el rumbo cuando cometemos errores.
Gracias por este artículo, parece que lo necesitaba.