La vida es algo concreto. La vida ocurre de forma absoluta. Nadie vive en el punto medio. ¿Por qué, entonces, tenemos que someternos a la tiranía de las generalizaciones? Las generalizaciones conducen al “a veces”. A responder siempre «a veces». A tratar de vivir como si las cosas sólo ocurrieran «a veces». Uno tiene que aprender a mojarse, a manifestarse, a mostrarse tal cual es, a dejarse conocer por los demás. Sólo así puedes vivir en sociedad. La previsibilidad no es mala. El conocimiento de las propias debilidades no es malo. La inquietud por el aprovechamiento de las mejores capacidades es buena en sí misma.
Mejor “frecuentemente”: porque así me esfuerzo por estar de buen humor, por animar a los que me rodean, por buscar consensos, por apreciar las ideas de los demás, por “ir al grano” en las cuestiones que me importan… y por no pasarme el día enfurruñado. O, si no, «rara vez», cuando algo me produce rechazo o trato de evitarlo.
Que la sociedad sea todo lo líquida que quiera. Yo prefiero definirme.