Con tres años de retraso nos llega El cuento de la princesa Kaguya de Isao Takahata, producida en los estudios Ghibli, donde el director ya había dirigido películas en los años 90. Nos cuenta la historia de una princesita, adoptada por unos humildes campesinos, y que es llevada a la ciudad. Allí alcanza lo más alto de la escala social, cuando lo único que ella quiere es reencontrarse con la felicidad de su infancia rural. Con dibujos de trazo sencillo, de fondos minimalistas, la película nos trasmite una hermosa parábola sobre la naturaleza del corazón humano, insaciable con las cosas de este mundo.
De la mano de los estudios de Hayao Miyazaki nos llega otra joyita: El recuerdo de Marnie, de Yonebayashi Hiromasa, que ya dirigió la maravillosa Arrietty. Con unos dibujos extraordinarios nos cuenta la historia de una niña adoptada que está en crisis de identidad, y que hará un camino doloroso hasta reconciliarse con su propia biografía. Inolvidable.