Anoche estuve en el evento de celebración del 50 Aniversario de una empresa andaluza al cual había sido invitado. Una empresa de éxito que crece, exporta, obtiene beneficios y genera empleo.
En el turno de discursos, el fundador de la empresa hizo un breve repaso a la trayectoria de la Compañía desde sus humildes inicios y por dos ocasiones, utilizó la expresión «…….y gracias a Dios……..».
No pude dejar de pensar que, efectivamente, Dios había tenido que ver en la historia de esta empresa y que si Él no hubiera estado cerca de este empresario, seguro que muchas de sus decisiones no hubieran tenido las consecuencias tan estupendas que han tenido.
Me encantó escucharlo, primero porque sé que lo decía de corazón pero también por el testimonio sencillo que dejó en las casi 700 personas que acudimos al evento, incluidos los políticos de turno. Y no sé si todos cayeron en la cuenta, pero ahí quedó…
Y traído a nosotros, los empresarios y directivos, ¿somos también conscientes de la presencia de Dios en nuestras empresas? ¿Somos conscientes de que las decisiones que tomamos no son obra nuestra sino que es Él el que interviene en las mismas?
Cuando tenemos delante un problema difícil que resolver, o una decisión de inversión que tomar, o proceder a un despido, o preparar una reunión de Consejo……no hay nada como ponerse en manos de Dios, pedir su ayuda, confiar en que Él está detrás de nosotros dándonos su apoyo. ¿Lo hacemos? Pues hagámoslo.
Comprobaremos entonces que las cosas no dejan de ser difíciles pero al menos sí más llevaderas y sentiremos el aliento que nos impulsa y da soporte.
…«gracias a Dios…». Magnífica expresión que deberíamos utilizar más en nuestro vocabulario de cada día. Y especialmente dentro de nuestras empresas. Es una manera sencilla pero, al mismo tiempo muy potente, de dar testimonio de la Fe que profesamos, de una manera no invasiva en los demás y de reconocer con humildad que nada de lo que hacemos o conseguimos es mérito nuestro sino del «de arriba».
*Foto: EFE/Chema Moya