Con este título me estreno como bloguero en Alfa y Omega. Reconozco que es toda una aventura para alguien como yo, auténtico neófito en estas lides. Y tampoco soy muy consciente de a dónde me va a llevar este camino que ahora emprendo.
Soy una persona que ha desarrollado toda su carrera profesional en el ámbito de la empresa privada, dentro del sector del Gran Consumo. Siempre empresa grande, líder en su ámbito de actuación, con gran número de empleados y todas ellas preocupadas por ser competitivas, ganar cuota de mercado, obtener beneficios y supuestamente preocupadas por la formación de sus empleados.
Mi posición de directivo en estas empresas me ha dado la oportunidad además, de conocer otras muchas compañías del sector relacionadas con cada una de ellas, y ello me ha permitido ,—no por mérito propio—-, conocer a muchas personas y organizaciones y ser conocido por muchas de ellas.
Y mi conclusión después de 28 años de carrera profesional es que en la empresa NO se habla de Dios. Se habla de ventas, compras, beneficios, Ebitda, rotación, liderazgo, productividad,………….pero NO de Dios. También se habla de fútbol, de política, de moda, de tendencias, de hijos, de amigos,…………..pero NO de Dios. Se habla y se actúa como si Dios NO existiera. Y no lo entiendo!
Parece como si la experiencia de Dios —en el mejor de los casos—, fuera algo que perteneciera al ámbito estrictamente personal, algo del fuero exclusivamente interno no compartible con los demás. Parece como si diera vergüenza hablar de ello porque te tacharían de meapilas, de beato o de bicho raro.
Lo cual es muy curioso, primero porque el que ha tenido la experiencia de Dios es imposible que no la comparta con los demás, y segundo, porque Dios es el mayor y mejor empresario que ha existido y existe en la Historia de la Humanidad.
De esto es de lo que quiero hablar en mis próximas entregas. De Dios en el mundo de la empresa, de la empresa de Dios, del mejor libro de management empresarial que nunca se ha escrito: el Evangelio, del mejor Consejero Delegado que nunca ha existido: Jesucristo y de cómo podemos y tenemos que actuar los católicos del siglo XXI dentro de la empresa.
Porque si queremos que nuestras empresas tengan crecimiento rentable y sostenible, impepinablemente tenemos que hablar de Dios y de cómo hacer para que Dios esté presente más que nunca en ellas.