Seis entrañables personajes con algún Trastorno Obsesivo Compulsivo, los llamados TOC, se conocen en la sala de un afamado y reputado psiquiatra con el fin de solucionar sus problemas. Pero el psiquiatra nunca acudirá a la terapia y serán ellos los que tengan que llegar a sus propias conclusiones, empezando por embarcarse en la vertiginosa aventura de la terapia grupal, escuchándose unos a otros.
Con una ternura inesperada, cada personaje asume el trastorno del compañero de forma natural y sencilla, sin criminalizar ni juzgar: está el que padece el Síndrome de Tourette –caracterizado por reacciones neurológicas involuntarias que le llevan hacer señas groseras y a decir obscenidades e improperios-; la que repite todo lo que dice dos veces- incluso las últimas sílabas de lo que dicen los demás-, que sufre de ecolalia; el aritmomaníaco que todo lo cuenta en su cabeza; el obseso de la simetría y el orden, que no puede caminar sobre líneas cruzadas; la que padece nosofobia, víctima de las bacterias y la pureza del oxígeno, que no deja que nadie la toque y corre al baño cada pocos segundos; y la que todo lo tiene que revisar innumerables veces, ya sea el gas, el agua, o las llaves en su bolso, que no se fía ni de su sombra y tiene la manía de santiguarse cada vez que oye un taco.Al fin y al cabo, terapias necesitamos todos y manías tenemos todos, y es más sabio aceptar cuanto antes lo que nos pasa en vez de echarle un pulso a la realidad y vivir en una eterna queja. Los personajes de la obra aprenden a vivir el momento presente con sus trastornos, tras la experiencia de haberlos minimizado considerablemente una vez que empiezan a preocuparse de verdad por los demás. Esa esperanza les hace quererse con su defectos, y ser conscientes de que relativizar lo que les pasa les ayudará a ser felices, incluso a dejar de mirarse el ombligo como principal acicate en su curación.

Almudena Collado (@almucollado)
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★★★★☆
Qué: Toc, toc |
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