La #familia es el lugar privilegiado en el que las personas nos hacemos mejores, amando y siendo amadas. Es un proyecto de vida que permite sacar de cada uno de sus miembros todo lo bueno que hay en ellos, en el amor. Nos hace mejores porque querer bien a los demás nos lleva a despojarnos del egoísmo, a renunciar a la propia satisfacción para priorizar el bien de las personas a las que amamos.
Es verdad que en la familia recibimos un amor incondicional, nos quieren como somos, sólo por existir. Pero, al mismo tiempo, el amor es exigente: es ayuda mutua para el perfeccionamiento recíproco de cada uno de los miembros de la familia. Querer bien a los demás es querer su bien de forma efectiva y práctica, ayudarles a que todo lo bueno que hay en ellos se haga realidad. Por tanto, un amor que es incondicional pero al mismo tiempo exigente. Exigencia que, muchas veces, supone un esfuerzo tanto en quien exige como en quien se ve enfrentado a responder a esa petición de mejorar. Y es que el amor nos hace ver todo lo bueno que hay en el amado, ese “mejor tú preciosísimo” (en palabras de Pedro Salinas) que el amor hace posible.
Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras. .
PEDRO SALINAS.- “Perdóname por ir así buscándote…”(de La voz a ti debida)