La película A girl in the river: The price of forgiveness (Una joven en el río: El precio del perdón), de la directora pakistaní Sharmeen Obaid-Chinoy, ha sido galardonada como mejor cortometraje en la 88ª edición de los premios de la Academia. Esta es la segunda estatuilla para la cineasta, tras ser premiada en 2012 por su cortometraje Saving Face (Salvando el rostro), sobre mujeres víctimas de ataques con ácido
Cada año más de 1.000 mujeres son asesinadas por honor, estranguladas, quemadas, apedreadas o tiroteadas. Mujeres, madres e hijas, son condenadas a muerte por meras suposiciones, falsas acusaciones o disconformidad familiar, por sus maridos, hijos o hermanos. La mayoría de los hombres que perpetran estos crímenes quedan impunes porque la ley de Pakistán permite a las familias perdonar a sus agresores.

Imagen de la película A girl in the river: The price of forgiveness
Esta es la historia de Saba Qaiser, una joven pakistaní que se casó en 2014, a los 18 años, con el hombre al que amaba y con el que estuvo prometida cinco años. Su familia se oponía al enlace, por lo que Saba se escapó para casarse. Su padre y su tío la encontraron. Como represalia la llevaron a un bosque en Hafibazad, le pegaron un tiro en la cabeza, la metieron en una bolsa de plástico y la arrojaron al río. Huyeron dándola por muerta.
El filme alerta sobre la impunidad que predomina ante estos asesinatos
La ley pakistaní permite que los criminales de asesinatos por honor queden libres si son perdonados por sus familias. Las víctimas que sobreviven sufren el acoso de perdonar a su asesino, y si éste consigue matarla -la mayoría de los casos- su familia tiene el derecho de perdonar en su lugar. Así, cuando un padre mata a su hija, su mujer lo puede perdonar y cuando un hermano mata a su hermana, sus padres lo pueden perdonar.
Esto es lo que le ocurrió a Saba, la presión le obligó a perdonar. Su padre y su tío quedaron en libertad, pero cuando acabó el rodaje, Saba le dijo a Obaid-Chinoy: «¿Sabes? Yo perdoné a mi padre y a mi tío por la presión social y por mi familia, pero en el fondo de mi corazón, nunca serán perdonados».
«Lo que pretendo también con esta película es abrir un debate nacional; nadie o casi nadie va a la cárcel por cometer estos crímenes. Cuando su padre salió de prisión declaró que, gracias a sus actos, sus otras hijas tienen mejores proposiciones de matrimonio porque lo ven como un hombre de honor», explicó Sharmeen Obaid-Chinoy en una entrevista a la BBC.
Para la directora, lo más complicado de la película fue enfrentarse a la mentalidad del país, porque la gente no considera los asesinatos por honor como un crimen. «Mi película habla del perdón y de cómo éste manipula la ley. Necesitamos que estos criminales vayan a la carcel». El recibir el Oscar significa, para ella, poder cambiar la realidad de Pakistán. «Esto es lo que pasa cuando se juntan mujeres decididas. Esta semana el Primer Ministro de Pakistán ha dicho que va a cambiar la ley sobre asesinatos por honor. Este es el poder del cine», declaró Obaid-Chinoy al recibir la estatuilla.
Desde la plataforma avaaz.org (https://secure.avaaz.org/es/pakistan_end_honour_killing_loc/?slideshow) se lanzó hace tres días una campaña para asegurar que el Primer Ministro modifique la ley para acabar con estos crímenes atroces. La campaña pretendía conseguir un millón de firmas, pues a pesar del compromiso del Primer Ministro, los activistas temen que el proyecto de ley se apruebe solo si el alboroto alrededor de los Oscar es masivo y se mantiene la presión pública. Llevan recogidas ya cerca de 1.300.000 firmas.
María Espinosa García-Valdecasas