La parroquia madrileña de San Jerónimo el Real celebró como cada año su mercadillo de Cáritas para recaudar fondos para las familias acogidas en la parroquia. Tuvo lugar durante el fin de semana del 13 al 15 de noviembre y se recaudaron 6.000 euros
Son las 5 de la tarde del viernes 13 de noviembre. El mercadillo Cáritas de la parroquia de San Jerónimo el Real abre sus puertas. Las primeras en llegar, las señoras del barrio que han estado preguntando “¿qué fin de semana va a hacerse el mercadillo?”. “Compras cosas a muy bien precio pero sobre todo ayudas a Cáritas” dice una de ellas.
A la entrada del rastrillo un cartel de bienvenida indica las familias acogidas en la parroquia – 153 familias (527 personas) – y las distintas ayudas económicas otorgadas a estas familias durante 2014. “Era importante colocar este cartel para concienciar a la gente y mostrar a qué se destina ese dinero”, explica María, una de las responsables de la acogida parroquial. “Son familias que proceden de toda la diócesis de Madrid. Aquí reciben alimentos, ropa y, en coordinación con sus parroquias de origen, pagamos recibos a los que estas familias no pueden hacer frente. De esta forma ayudamos a otras parroquias de zonas más necesitadas que, al derivarnos a estas familias, pueden atender a más gente de la zona.”
Mariló, Encarnita y Marisa son las tres voluntarias de Cáritas encargadas del rastrillo. Durante todo el año se dedican en exclusividad a organizarlo. Conocen bien el oficio, han trabajado toda su vida en el mundo del anticuariado y las ferias y han tenido tienda propia. Son las primeras en comprobar lo que llega donado a la parroquia, clasifican y guardan las cosas interesantes para el rastrillo. Libros, ropa, complementos, menaje, decoración… Clasifican todo el material, hacen inventariado y ponen precio.
La marca Dyson ha donado cinco aspiradoras a estrenar, las voluntarias las muestran con entusiasmo. Se venden con un gran descuento, aun así su venta supone mucho dinero. Otras voluntarias han traído bizcochos y pastas caseras, siempre tienen buena venta.
Va transcurriendo la tarde y el angosto espacio en el que se desarrolla el mercadillo está abarrotado de gente. Las voluntarias van de un lado para otro, con sus bolsos bandolera que hacen de caja registradora, atendiendo a las personas que preguntan algo o quieren pagar. Las ventas no paran, mientras se sigue sacando género. Paz se acerca a María y le dice con una sonrisa “se acaba de vender una Dyson”.
Son las 20:25 horas, el rastrillo está a punto de cerrar. El dinero recaudado se contabiliza y se guarda. La tarde ha ido bien, cansadas pero contentas las voluntarias salen haciendo evaluación del día. Quedan dos días más de mercadillo y parece que la recaudación será buena.
María Espinosa
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