Sol Nazira Atoche, alumna del Colegio Nuestra Señora de la Providencia de Palencia, ha sido la ganadora del concurso nacional de fotografía de Infancia Misionera «Di gracias con una foto». A su corta edad ya ha experimentado el ser misionera en Perú. Lo hizo el verano pasado, acompañando a su abuelo Mario, misionero laico comboniano
La historia de Sol salió a la luz tras ganar el concurso. Por sus venas corre sangre de misionera. Su madre Lorena, española, viajó a Perú de soltera a un campo de los misioneros laicos combonianos. Allí conoció a Ricardo, su futuro marido, peruano y misionero también, como su padre Mario, abuelo de Sol. Lorena y Ricardo se casaron en Perú y allí nació Sol. Cuando ésta tenía poco más de un año se trasladaron definitivamente a Palencia.
Los misioneros laicos combonianos realizan una doble función: promocionan a la persona en su dignidad de ser humano, atendiéndola y ayudándola, y evangelizan mediante la celebración de la Palabra, pues la escasez de sacerdotes hace que no siempre se pueda celebrar Eucaristía. Los misioneros combonianos, sacerdotes y laicos, acuden siempre a los lugares más pobres, como Buenavista en Pamplona Alta, un barrio periférico de Lima donde las calles son de tierra y no hay alcantarillado ni agua corriente. Hasta allí fueron Sol y su prima Hilary acompañando a su abuelo Mario.

«Gracias Señor por darme la oportunidad de conocer otra realidad y participar de las Eucaristías que allí se celebran». Foto ganadora del concurso de Infancia Misionera (OMP)
¿Cómo fue irte de misionera con tu abuelo? ¿Qué hicisteis y qué cosas viste?
Me gustó mucho. Fuimos a Pamplona Alta. Celebramos la Palabra con los más pobres y visitamos a la gente. Todos estaban muy contentos con nuestra visita. Los niños iban con ropa que estaba bien pero las casas están muy mal hechas, no son como las de aquí, están construidas con trozos de cosas que encuentran. Ahí viven mucho peor que aquí, necesitan ayuda, hay que estar con ellos.
¿Qué es lo que más te impresionó?
Lo mal que lo están pasando, pero sobre todo las casas.
¿Cómo llegasteis hasta allí?
Mi abuelo nos levantó muy temprano, a las 6 de la mañana. Primero tuvimos que coger un autobús hasta el centro de la ciudad. Después caminamos un poco hasta coger un taxi. Este nos llevó a otro sitio donde cogimos otro autobús y ese autobús nos llevó hasta Pamplona Alta. Tardamos algo más de una hora.
Y cuando vuelves al colegio en Palencia ¿Qué le cuentas a tus compañeros?
Que vi gente que lo estaba pasando mal, muy mal, y que hay que dar muchas gracias por lo que tienes.
El lema de Infancia Misionera de este año es Gracias ¿Tú por qué das las gracias?
Por conocer lo que he conocido y ver lo que he visto.
Desde que volviste ¿Sabes algo de la gente que visitaste?
Sí. Hablamos muchos días por ordenador con mi abuelo y mi familia de Perú y me cuentan todo, cómo van por ahí las cosas y cómo están todos.
¿Cuándo empezaste en Infancia Misionera y qué es lo que más te gusta de ser misionera?
Estoy en Infancia Misionera desde hace un año, pero la primera vez que fui de misión fue el verano pasado con mi abuelo. Lo que más me gusta de ser misionera es ayudar a la gente.
¿Por qué elegiste esa foto y ese mensaje?
Elegí esa foto porque es la que cuenta mejor todo lo que vi, sobre todo lo mal que están las casas, es Buenavista. También porque estamos mi prima y yo. Y el mensaje porque es lo más importante que he vivido en el viaje.
Sol conoce, sin duda muy bien, los valores de universalidad, solidaridad y espíritu misionero promulgados por la Obra Pontificia de Infancia Misionera. Quizá, el día de mañana, sea misionera laica comboniana como sus padres y abuelos.
María Espinosa García-Valdecasas