«Los traficantes nos engañaron para irnos con ellos. Había muchos niños. Todos tratábamos de escapar, pero los propietarios de la plantación de cacao nos persiguieron. Nos escondimos toda la noche. Al día siguiente, un hombre nos encontró y nos ayudó a irnos a casa». Habla Yaya Konate, un niño maliense víctima de la esclavitud infantil en las plantaciones de cacao de Costa de Marfil. Multinacionales del chocolate como Nestlé, han sido demandadas por la firma de abogados Hagens Berman Sobol Shapiro, por su contribución a esta explotación, que padecen más de 4.000 niños. La acusación a gigantes como Nestlé, Mars o Hershey es por publicidad engañosa cuando hablan de proteger los derechos de los niños.
Costa de Marfil es el mayor productor mundial de cacao. Allí un niño puede llegar a costar 230 euros. Los dueños de las plantaciones obligan a los menores a realizar trabajos forzados. A cambio, los niños sufren abusos físicos y reciben un salario mínimo, o ninguno. «El tráfico de niños ha existido siempre. Los niños salen constantemente de la estación de autobuses. Tienen de 12 a 14 años. Las niñas 10 o 12. En 2006 descubrí 132 niños víctimas de la trata, 97 niños y 35 niñas. En 2008 y 2009 rescaté a más de 150 de hasta 7 años, provenientes de Mali, Burkina Faso y Níger», afirma el secretario general de la Unión de Conductores de Zéqoua, Mali.
El periodista danés Miki Mistrati investigó sobre el uso de trabajo infantil en la producción de chocolate. En el año 2010 salió a la luz El lado oscuro del chocolate , el documental resultado de su trabajo, que recoge testimonios directos de esta realidad:
ENTREVISTADOR: ¿Cómo te llamas?
MARIAM: Mariam
E: ¿De dónde eres?
M: Zégou
E: ¿Por qué estás aquí, qué te dijo esa mujer que encontrarías en Costa de Marfil?
M: Ella dijo que ganaría dinero
E: ¿Y tú la creíste?
M: Sí
E: ¿Echas de menos a tu familia?
M: Sí
E: ¿Qué dirán tus padres si regresas sin dinero?
M: Se enfadarían conmigo, me preguntarán por qué no traje dinero
Testimonio traficante
«Los propietarios de las plantaciones nos pagan para llevar a los niños a través de la frontera, yo he llevado mucho a través de ella», admite uno de los traficantes de niños.
Testimonios como este evidencian la raíz amarga de la producción del chocolate que circula en la red comercial de muchos países, a pesar del protocolo Harkin-Engel, firmado el 19 de septiembre de 2001. Fueron ocho poderosas empresas –incluido el grupo suizo Nestlé– las que firmaron el documento que no pasó de ser eso, un papel, en el que se proponían eliminar o prevenir las «peores formas de trabajo infantil» en los sectores de cacao de Ghana y Costa de Marfil, el tráfico de niños o el trabajo forzado. Hoy parece que todos (Nestlé, Mars, Hershey…) se han olvidado o simplemente hacen la vista gorda para seguir ensanchando la brecha entre los ricos y los pobres del mundo.
Glaisys Carbonell Gazón