«Encontrarse con Cristo cambia la vida (…). Quien vive este encuentro se convierte en testigo, y hace posible el encuentro para los demás». Estas fueron las palabras del Papa Francisco en la Misa de clausura del Año de la Vida Consagrada, en la que invitó a mantener «el deseo del encuentro y a misionar con alegría y esperanza»
Monseñor Broderick Pabillo, obispo auxiliar de Manila y director nacional de Cáritas Filipinas, anuncia la Buena Noticia de la salvación en esta tierra del sudeste asiático. Filipinas es el país de Asia con más población católica, la tercera mayor del mundo, según un informe de la Escuela de Negocios (EENI) acerca del cristianismo en Asia.
«Gracias a Dios, la fe católica de los filipinos es fuerte. En ocasiones especiales como Navidad, Miércoles de Ceniza, Semana Santa, el día de Todos los Santos y las fiestas de su santo patrón, muchos van a la iglesia y esa es una buena oportunidad para evangelizar a las personas».
El prelado hizo énfasis en lo que significa la eucaristía para los católicos de eses país. «La presencia de Cristo en la eucaristía y en nuestra vida es un regalo y un reto para dar lo mejor de nosotros y vivir en la fe, especialmente en nuestras familias. A pesar de todos los problemas que nuestros países encuentran y los que nuestras familias tienen, Cristo es nuestra esperanza, por eso no debemos desanimarnos», afirmó el religioso, y añadió, «no podemos evangelizar sin la eucaristía, que es fuente y cumbre de la vida cristiana, una forma silenciosa de evangelización de los filipinos es aceptar seminaristas, sacerdotes y religiosos de países vecinos para estudiar en nuestra Institución de Educación Religiosa».
Monseñor Pabillo, se refirió además al Congreso Internacional Eucarístico que este año tuvo por sede al país asiático, con la participación de quince mil personas de setenta y tres países. «Fue una gran experiencia de universalidad de la fe en la eucaristía, además de una maravillosa manifestación de cómo las personas simples viven en la fe y tienen gran devoción por el Bendito Sacramento. Todo esto muestra cómo tenemos una sola fe, a pesar de que venimos de lugares diferentes, y cómo la eucaristía renueva nuestra vida».
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