«El consumo anual de productos de comercio justo por habitantes en nuestro país es 19 veces menor que la media europea», indica el informe de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, publicado en septiembre del pasado año. Con el objetivo de cambiar estas cifras tan pobres, la CECJ en España promueve en España el sistema comercial alternativo y solidario, con el cual es posible el desarrollo de los pueblos y la disminución de la pobreza. Acerca de este asunto, la implicación de los ciudadanos españoles y otros puntos, conversamos con Marta Guijarro, responsable de comunicación de la CECJ.
¿Cuánto ha influido la CECJ en la realidad social española y en el comercio justo internacional?
La Coordinadora Estatal de Comercio Justo es la federación de las organizaciones, en su mayoría ONGs, que trabajan en comercio justo en España. Nosotros trabajamos fundamentalmente en campañas de sensibilización, hacemos estudios sobre las ventas del comercio justo aquí en España, también hacemos incidencia política, y damos apoyo a las organizaciones que trabajan con comercio justo. No hemos medido el impacto de nuestras acciones, no hemos tenido capacidad para hacer eso, pero la Coordinadora hace que el comercio justo en España tenga más potencia, tenga una voz más unitaria.
¿Se contempla el comercio justo en algún programa electoral? ¿Qué acciones concretas propone dicho programa?
En las últimas elecciones generales hicimos una campaña de incidencia para pedir a los partidos políticos que incluyeran en sus programas determinadas medidas de apoyo al comercio justo. Conseguimos, por ejemplo, que el PSOE incluyera tres medidas relativas al comercio justo dentro de las instituciones, es decir, que se consumieran productos de este sistema dentro de administraciones públicas y se apoyase a las organizaciones. Izquierda Unida también llevaba ya en su programa desde hace años apoyo al comercio justo, pero más en la línea de derogar los tratados de libre comercio internacional.
¿Tiene la sociedad poder real para cambiar el sistema injusto de producción? ¿Cómo lo ha hecho hasta ahora la sociedad española?
Cambiarlo radicalmente es difícil, pero sí que tenemos capacidad de acción. En esta sociedad capitalista en la que vivimos, las empresas, las marcas… son muy sensibles a la opinión del consumidor, especialmente algunas. Pero si los consumidores hacemos presión, por ejemplo, comprando en lugar de un chocolate que sabemos que lo han cultivado niños, otros tipos en los que sabemos que no ha habido explotación laboral infantil, pues ahí estamos haciendo una incidencia. Si hacemos campañas de protestas contra las marcas, podemos conseguir que cambien determinadas acciones con las que se están violando los derechos humanos de muchos trabajadores y trabajadoras de países de América Latina, Asia o África. Sí se pueden hacer cambios, sobre todo, optando por el comercio justo, por sus productos y por otro modelo de mundo.
¿Qué organizaciones de las 29 que integran la CECJ lideran este sistema en cuanto a sensibilización, apertura de tiendas y difusión?
Son diferentes sectores. Por ejemplo, en cuanto a venta y número de tiendas, la organización más potente es Oxfam Intermón, porque es la que más vende productos de comercio justo y tiene 38 tiendas por todo el estado. Luego, desde el punto de vista de sensibilización, Oxfam también es potente, pero hay otras muy poderosas, por ejemplo SETEM. Me gustaría destacar organizaciones más pequeñas, –pequeñas porque son locales–, y tienen mucha incidencia e influencia en su entorno. Son organizaciones como Medicus Mundi Álava o la tienda de Tot el Món que están haciendo una labor muy importante en su territorio.
Si mañana tengo que comprar un paquete de café, ¿qué me recomiendas que compre?
Yo te recomendaría primero que sepas qué hay detrás de lo productos que compras, que te preguntes por lo que estás pagando. Por ejemplo, por un café que vale 80 céntimos el paquete, o por una camiseta que vale dos euros, ¿quién ha pagado realmente, quién está explotado por ahí detrás? Yo te pediría que optes por alternativas responsables como la del comercio justo. Además, en muchos casos, no son productos mucho más caros que los productos convencionales. Por ejemplo, un paquete de café en un supermercado te puede costar un euro, un euro y medio; a lo mejor uno de comercio justo te vale dos veinte, es poco dinero más y sin embargo, la diferencia en cuanto al producto y sobre todo en cuanto al modelo de mundo por el que estás optando, es radical. Cambiar para bien el mundo en que vivimos es responsabilidad de quienes lo habitamos. El comercio justo es la alternativa para transformar la realidad injusta de estos tiempos, todos podemos ser actores de ese cambio necesario.
Glaysis Carbonell
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