La guerra entre el Gobierno del presidente Bashar al-Assad y los insurgentes -que ya va por su quinto año de conflicto-, ha acabado con la vida de al menos 250.000 personas y muchos más heridos en Siria.
Una furgoneta blanca. Una clínica móvil. Una iniciativa de dos jóvenes que abandonaron sus estudios de literatura y magisterio para aprender a crear y encajar prótesis artificiales. 5000 piezas en los últimos cuatro años. Esperanza para 2500 personas.
Khamis y Khlou han equipado su furgoneta para que las víctimas del conflicto de Siria puedan volver a caminar, a jugar o a trabajar con las ovejas del rebaño. Ha bastado eso, una simple furgoneta y dos mentes solidarias para llevar a cabo este proyecto. «Soy incapaz de describir el sentimiento que tengo cuando un paciente, especialmente un niño se pone la nueva prótesis» aseguró Khlou en una entrevista para el periódico estadounidense TheDailyStar. «A los niños les encanta jugar por lo que ayudarles a caminar de nuevo es una sensación maravillosa»concluyó Khamis.

KHALIL ASHAWI. Fotografía el PAIS
Las vidas de Khamis y Khlou no fueron fáciles, cuando no les quedó otra opción más que dejar de estudiar, empezaron a trabajar en un hospital de campaña. Al tiempo, se desplazaron a la ciudad fronteriza turca de Rihaniyya y mantuvieron contacto con especialistas de Pakistán, Reino Unido y Alemania para aprender a crear y a encajar las prótesis artificiales.
Los pacientes que reciben proceden de zonas controladas por la oposición, incluyendo la provincia noroccidental de Idlib, el barrio de Douma de Damasco y la ciudad norteña de Alepo, que era la ciudad más grande de Siria hasta que el conflicto estalló en 2011.Aunque la mayor parte de los heridos tienen entre 15 y 45 años, la clínica se adapta a niños y ancianos. La demanda de los amputados es muy superior a los servicios que la clínica es capaz de proporcionar. « En cada lugar que vamos con la clínica móvil, los pacientes se meten dentro para estar a salvo de los bombardeos»,dice Khamis.

KHALIL ASHAWI. Fotografía el PAIS
Entre los que se han beneficiado de las prótesis de esta clínica móvil está Shaima, una niña de nueve años de edad que pisó una mina cuando caminaba por el campo a visitar a su abuelo «me desperté en el hospital y no encontraba mi pie, pensé que estaba en el cielo», dice.
Otro de ellos es Qusay, de 14 años, perdió el pie y el brazo derecho cuando él y su hermano gemelo Adi se toparon con una mina mientras estaban con el rebaño de ovejas. A su hermano le fulminó la mina al instante.Gracias a las prótesis, Qusay ha recuperado algo de su antigua independencia.« Estoy muy agradecido a Khamis y Khlou, me han ayudado a volver a sonreír y a jugar, que es lo que más me gusta»
Luisa Sánchez Alonso