Ya nos gustaría a muchos tener la fuerza de Ikiya, que carga con su hermano pequeño hasta la escuela durante once kilómetros todos los días bajo el sol. Lo que daríamos por aguantar hasta tres días sin beber como hace Esekon,
«Encontrarse con Cristo cambia la vida (…). Quien vive este encuentro se convierte en testigo, y hace posible el encuentro para los demás». Estas fueron las palabras del Papa Francisco en la Misa de clausura del Año de la Vida