Algunos medios digitales son para echarse a reír y no parar. Dice uno de ellos, en el marco de su conocida línea editorial manipuladora, que la nueva estrategia del PP para impulsar a Podemos -¡así, como suena!- consiste en negarse a debatir cara a cara con el Secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Y para darle más credibilidad, en otro titular “informa” también de que ese tal Pedro Sánchez, aterrado por lo que se le avecina –el “sorpasso”- no ha tenido más remedio que retar a Mariano Rajoy. Y uno se pregunta: ¿Qué insultos tiene preparados don Pedro para sacar de sus casillas a Rajoy y quitarle asi unos cuantos votos a don Pablo Iglesias?
En ese juego “periodístico” hay algo que no encaja muy bien. Si Rajoy parece tan encantado con la perspectiva de una subida electoral de Podemos, porque así acabaría con Sánchez, ¿no estará empujando al PSOE a que, finalmente, se eche de una vez a los brazos de Podemos? ¿No le preocupa al PP la formación de un nuevo “frente popular” que lleve a España a la ruina? ¿O es que confía en la recuperación del voto útil –el voto del miedo- que se diluyó en las filas de Ciudadanos? ¿Y qué va a pasar con Albert Rivera? ¿Pactará de nuevo con Sánchez para impedir que gobiernen Rajoy o Iglesias, tal y como ha ocurrido en el ensayo de la primera vuelta?
¡Cuántas contradicciones, cuántos engaños, cuántas sandeces! ¿No están gobernando ya en media España los podemitas con los socialistas o los socialistas con los podemitas? En realidad, el miedo del señor Sánchez consiste en que, una vez producido el “sorpasso”, su única opción para no morir en Ferraz la misma noche del escrutinio, sería la de ser vicepresidente en un gobierno presidido por Iglesias… o por Rajoy, cuando lo ha intentado todo para ser él quien ocupe el sillón principal de La Moncloa.
Triste forma de suicidarse políticamente. Y, sin embargo, por muchos insultos que tenga pensados para poner la zancadilla a Rajoy, el triste destino de Sánchez no puede ser otro que desaparecer tal y como apareció, esfumándose en la nada, o someterse a la férula de Bruselas, cogido del brazo de su odiado Rajoy. Queda, eso sí, una esperanza: haga lo que haga Sánchez, una vez que se mire en el espejo nocturno del 26 de junio, con luna menguante, quien puede salir ganando es… España. El PSOE tendrá que renovarse y el PP, con una exigua mayoría en compañía de Ciudadanos, también se verá obligado a regenerarse. Ya vendrá el déficit con la rebaja…
En fin, estamos en pleno circo electoral, un circo de cuatro pistas pensado para que cada cual se fije tan solo en la que más le guste. ¿Domadores de caniches, payasos, equilibristas, trapecistas? Cada candidato tiene su pista, lo mismo que cada elector, pero lo que gusta al personal, ya sea votante ya abstencionista, es que las cuatro se entrecrucen y caigan al suelo trapecistas, domadores, titiriteros y acróbatas. Ese es el espectáculo, no lo que cada uno haga o diga por si solo. A fin de cuentas, todos quieren lo mismo: que la gente se lo pase bien… viendo estrellarse al de enfrente.